La campana del tiempo
– GUSTARÁ:
A todos aquellos lectores de novela de ficción histórica con poso de suspense cinematográfico. La presente novela es un buen ejemplo de una construcción fiel al entorno pero con libertad de formas y de contenido narrativo. Un thriller ágil, camaleónico y sorpresivo.
– NO GUSTARÁ:
A aquellos que no casen con las aspiraciones paranormales y sobrenaturales en sus lecturas o a aquellos que no les encaje la mezcla entre la novela de ambientación histórica junto con otros géneros más contemporáneos. Tampoco será de la predilección de aquellos que prefieren lecturas más complejas, profundas y barrocas en sus descripciones y personajes.
– LA FRASE:
“… El nombre en clave es Die Glocke, haciendo referencia a que el artefacto tiene forma de campana. Está hecha de un metal extraño parecido al acero pero más oscuro, templado al tacto y muy recio. La esvástica nazi está pintada en su superficie, dejando claro que es parte del legado de Hitler. Sus científicos están volcados en desentrañar las múltiples aplicaciones que posee en la distorsión del espacio y del tiempo a su alrededor…”.
– RESEÑA:
Hoy traemos para reseñar, La campana del tiempo, del imaginativo y prolífico Iván Incerti Morales. Si en su anterior paseo por la historia nos enfrentábamos al hermético manuscrito Voynich y a su laberíntico e intrincado contenido, esta vez lo haremos con otro artilugio que se balancea entre la realidad y la ficción: La campana del tiempo. Quien la encuentre, controle su funcionamiento y la mantenga en su poder, tendrá un poder casi omnímodo. Y esto en una Europa que todavía se sacude las cenizas de la II G.M. donde la tensión de los dos ejes protagonistas inicia su particular guerra fría. Con una Alemania dividida entre el comunismo y el capitalismo se mueve este thriller con trazas de maestros del género como Frederick Forsyth, Robert Harris, Morris West, Ken Follett o del más ligero y cinematográfico Dan Brown. No se nos debe olvidar nunca que uno de los pilares fundamentales de la literatura, más allá del puramente pedagógico y cultural es el de la creación de mundos de ensueño de un lado y, del otro, del divertimento bajo la herramienta de la tensión narrativa. No todas las respuestas están en la Ópera. La Zarzuela siempre ha tenido el honor de ser catalogada como género menor, cuando lo que realmente reivindica es el acercamiento de la cultura popular a todos los estratos sociales. Pero, y es una lástima, los sectores más academistas siempre defenderán sus eruditas élites para impedir que autores de demostrable valía pero, etiquetados como “populares”, lleguen a las más altas cotas de reconocimiento (sí de público, pero no de crítica. Premio Nobel incluido). Por eso, La campana del tiempo es una maravillosa Zarzuela de herramientas reivindicativas de las aventura con sabores clásicos de postguerra. Que pasan por El tercer hombre de Carol Reed, (1949), La vida de los otros de Florian Henckel, (2006) o El puente de los espías de Steven Spielberg, (2015).
Mientras el mundo contenía la respiración, los engranajes de las cloacas del poder seguían su imparable camino, ya sin el supuesto Reich que duraría 1000 años, pero con otros muchos tejemanejes igual o más complejos. Aunque no fuera hasta el 13 de agosto de 1961 cuando el Muro de Berlín se estableció definitivamente, ya desde años anteriores las diferencias eran notables entre rusos y occidentales. La enorme carestía y el paro de la zona soviética abocó a la emigración de miles de ciudadanos hacia la parte de la Alemania occidental. Este flujo migratorio desde la RDA hacia la RFA tuvo una incidencia notable en imagen internacional y en la ausencia de mano de obra cualificada en la Alemania soviética. Así las cosas, los rusos optaron por levantar el telón de acero de la vergüenza que separó a familias enteras de la noche a la mañana. Posteriormente, muchos murieron intentando atravesarlo aunque día a día sus fortificaciones fuesen cada vez más intrincadas y mortíferas. Fue el 9 de noviembre de 1989 cuando, finalmente, cayó el Muro de Berlín dejando paso a la ansiada reunificación. Ahora, en La campana del tiempo, podemos observar, de manera muy tangible, ese momento gris de postguerra en un juego que no solo recorre sus respectivas capitales germánicas (Bonn y Berlín), sino que se amplía a Italia, Francia, España… Tiempos convulsos para una increíble aventura de suspense con tintes sobrenaturales.
Ya en la recién destruida Alemania nazi existía un interés directo y vital acerca de todo los relacionado con las fuerzas sobrenaturales (algo que ha llegado popularmente a la sociedad actual con el Arca de la Alianza y el Santo Grial en la saga de las películas de Indiana Jones o en el videojuego de Lucasarts “Indiana Jones and the fate of Atlantis“. En todas ellas quedaba de manifiesto el interés del nazismo por el ocultismo y las fuerzas paranormales). En el plano histórico será la Sociedad Thule fundada en 1918 y, aparentemente disuelta en 1930 pero, para muchos, con algunos de sus integrantes en el radar de la cúpula nazi, la que buscaría con ahínco cualquier artefacto que les pudiera beneficiar en el trascurso de la guerra. (Hay que recordar que el mismísimo Reichsführer de las Schutzstaffel, Heinrich Himmler estuvo en varios enclaves “de poder” en su visita a España. Entre ellos el Monasterio de Montserrat y el de El Escorial). Los thulistas creían en la teoría intraterrestre. La Sociedad Thule manifestaba que la raza aria procedía de un continente perdido, quizás de la Atlántida. Una organización que, aunque oficialmente fue creada para dar valor a las tradiciones alemanas, acabó convirtiéndose en un grupo de estudio de las ciencias ocultas con una finalidad clara: destruir el cristianismo e instaurar una nueva religión en Alemania. Iván Inverti Morales, con La campana del tiempo, recoge el testigo de toda esta especulación de la mejor tradición científico-experimental que caracterizó este período histórico en una novela de ritmo trepidante y personajes con carácter y oficio hispánico. Se darán cita, por tanto, la investigación criminal, el juego de espejos de espionaje y contraespionaje, las persecuciones, el ritmo más desenfrenado, los juegos de poder y de lealtades en la búsqueda contrarreloj de un poder inconmensurable. Atentos también a las pinceladas de ucronía al estilo El hombre en el castillo de Philip K. Dick (Premio Hugo, 1963).
Y, por supuesto, sin desvelar nada esencial del argumento, AVISAMOS de que cuando la campana cobre vida seremos testigos de cómo de poética puede ser la linealidad de los acontecimientos históricos y, realmente, para qué sirve un poder tan colosal. El tañido de esta campana intemporal cruzará la vida de muchos de los personajes que deambulan por este apasionante relato. ¿Realidad?, ¿ficción?… Lean.
17-10-2019, Forolibro
El códice Voynich
Me ha gustado desde el primer capítulo, que no es el típico soso ni que peque de demasiada acción, sino que empieza como debe empezar una novela de este tipo, con gancho. Luego, como va todo sucediendo situaciones, lugares, persecuciones, etc es lo que más destaco. el escritor no deja que como lector te aburras en ningún capitulo.
19-09-2019, Bomta
La campana del tiempo
Una narración buena para retratarte el ambiente de aquella época. Parece que estuviera uno viviendo en esos años de guerra y cine negro. La forma de envolverte en esa época es de lo mejorcito. Las descripciones son justas y medidas a la perfección. por otro lado, el guión principal una pasada. Guión que quedaría de fábula en una peli, si se me permite recomendar.
11-09-2019, Carlos Albéniz